Perros de caza
El perro como especie y especialmente en virtud del enorme número de razas que lo componen, se ha podido adaptar a la perfección a todos las climas, desde los tórridos del ecuador o trópicos, hasta el frío intenso de los polos.
El diseño más práctico suele serconstruir un recinto cerrado, de tamaño suficiente, correctamente vallado y en su interior un área protegida del viento y de la lluvia. De vivir suelto en una parcela o en el jardín de un chalet, una caseta es suficiente.
La resistencia al frío en los perros es muy elevada, pero no por ello debemos llevarlos al límite ni privarles de confort
Incluso individuos de una misma raza poseen una gran capacidad de adaptación al clima, como lo demuestra el que un elevado número de razas se encuentran muy difundidas por todo el mundo.
Nuestro país ofrece grandes contrastes climáticos, tanto en función de la localización geográfica de nuestro lugar de residencia, como debido a los fuertes cambios de temperatura entre invierno y verano. Por ello, los efectos del frío serán muy variados teniendo mayor incidencia en el norte peninsular y en las poblaciones elevadas respecto al nivel del mar.
La resistencia al frío en los perros es muy elevada, pero no por ello debemos llevarlos al límite ni privarles de un entorno lo más confortable posible, adaptado al tipo de vida de cada animal. Evidentemente no tienen nada que ver las repercusiones de las bajas temperaturas en un perro que viva en el interior de nuestra casa, con aquel que habite en el exterior.
Preparar perreras de exterior
Cuando nuestro perro habite en el exterior deberemos proporcionarle unas condiciones mínimas para su alojamiento. Es importante aclarar que un perro es capaz de adaptarse y sobrevivir en condiciones lamentables, pero que ante un alojamiento deficiente será más fácil que enferme, que escape o que pueda sufrir un accidente; además de la crueldad que implica no proporcionarle unas “comodidades” mínimas, que tanto por su entrega en la caza como por su lealtad hacia su propietario se merece. Esto es especialmente aplicable al caso de las rehalas, en las que sabemos que es preciso hacer siempre un esfuerzo mayor debido al elevado número de animales.
El diseño más práctico suele ser la construcción de un recinto cerrado, de tamaño suficiente, correctamente vallado y en su interior un área protegida del viento y de la lluvia, en donde colocaremos una caseta bien aislada. Es interesante que el cerramiento en uno de sus extremos sea “ciego”, en forma de “U” y techado, bien con un muro de obra o con planchas metálicas, plásticas o de otro material. Esto permite que el perro disponga de un área protegida del viento o lluvia en donde además colocaremos una caseta. Esta zona le proporcionará la también imprescindible sombra para el verano.
Si el perro vive suelto por una parcela o en el jardín de un chalet podrá no ser necesario hacer un cerramiento del tipo anterior, pero en cualquier caso, sí será imprescindible una buena caseta. Existen en el mercado multitud de tipos de casetas entre las que podemos elegir: de madera, de resina, materiales plásticos, etc. Si lo preferimos también podemos construirla nosotros mismos, bien de madera o de materiales de obra. En cualquier caso debe ser resistente tanto a las inclemencias ambientales, a las mordeduras y arañazos, y muy importante, estar bien aisladas térmicamente.
El tamaño debe ser el apropiado al de nuestro perro, siendo el suficiente para que se encuentre cómodo pero no demasiado grande, para que resulte cálida. Debemos pensar que en invierno la única calefacción con que contará el perro es el propio calor que desprende su cuerpo y si la caseta es demasiado grande o mal aislada, la temperatura en el interior no será la correcta (15-20º C). Si el lugar en donde vivimos es muy frío sería conveniente aislar la caseta con planchas de poliuretano expandido o con “manta” de fibra de vidrio. El suelo debe estar también aislado con una madera o goma elevada del terreno para evitar la humedad. Si hemos optado por la madera, debemos proteger los cantos y bordes de los mordiscos que son la principal causa de deterioro; existen además “tableros hidrófugos” que resisten perfectamente a la humedad.
Dentro de casa y en los paseos
Los perros que comparten nuestro hogar únicamente necesitarán un lugar propio para el descanso con una manta o colchoneta, evitando colocarla demasiado próxima a los radiadores para evitar los cambios bruscos de temperatura, ya que los perros no pueden ponerse o quitarse el abrigo al salir o entrar de casa. Los paseos al exterior no representan ningún problema pues al estar el animal en ejercicio se produce suficiente calor; siendo bien distinta la permanencia del animal expuesto a bajas temperaturas en reposo durante largos periodos sin protección.
En zonas donde abunda la nieve debemos tener cuidado pues, aunque es curioso que todos los perros disfrutan jugando con ella como he podido comprobar incluso con las rehalas, les provoca gran cansancio y lesiones en las almohadillas plantares. Evidentemente, durante el trascurso de la actividad cinegética, el duro ejercicio hará que el frío no represente ningún problema.
Finalmente no olvidemos que los transportes en remolques también pueden tener problemas ya que al igual que son “hornos” en verano, en invierno resultan muy fríos al ser generalmente metálicos. En cualquier caso pensemos que el frío puede ser un factor de riesgo para la salud y que debemos tomar medidas para minimizar sus efectos.
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