El pachón navarro es un maestro de la caza práctica, real, sin prisas, sin apuros de tiempo. Caza a un ritmo humano, respetando la marcha del cazador, rabeando con una alegría contagiosa y altamente comunicativa, sabedor de que debe mantenerse en estrecha comunicación con la escopeta. Muy eficaz, pone piezas que un pointer o un braco se dejaron atrás por su ritmo frenético.
Se trata de una raza centenaria y, sin embargo, para hablar de ella se hace preciso comenzar por una fecha muy reciente. En octubre de 1979 nació nuevamente a la historia cinológica española el pachón navarro. En esa fecha se produjo la que ha sido denominada ‘Recuperación Pachón’, con más de 2.000 kilómetros de búsqueda tras la primitiva raza de muestra española, llevada a cabo por Luis Arribas Andrés, Carlos Contera Alejandre y José Manuel Sanz Timón, en una investigación de campo sobre la raza en sus zonas de origen: el País Vasco, Navarra y la cuenca del Ebro, insólita en nuestra cinofilia. A lo largo de nueve días, el recorrido abarcó varias comarcas de Álava, Burgos, Navarra, Logroño y Zaragoza, recorriendo unos 170 términos municipales, que fueron investigados a fondo. La conclusión fue que la agrupación étnica denominada pachón se encontraba, en lo referente a ejemplares típicos, en un estado de abandono total, siendo escaso el número de ejemplares recuperables.
Aplicando un riguroso criterio en la aceptación de tipos, los ejemplares más interesantes se localizaron en la zona de origen de la raza, el antiguo reino de Navarra, con sujetos que, introducidos en una recría racional, podían garantizar la conservación y mejora del pachón de pelo corto. Más crítica se presentaba la situación del pachón sedeño o pachón navarro de pelo largo, variedad conocida desde muy antiguo y acreditada por documentos del siglo XIV en adelante. Este perro está cubierto por un pelo largo y suave que le cubre todo el cuerpo, con penacho en la cola y flecos en pecho, orejas y parte posterior de las extremidades. Si el pachón de pelo corto posee unas cualidades distintivas que exhiben muy pocas razas de muestra, no ocurre así con la variedad de pelo largo, que se parece mucho a los epagneuls franceses y a los picards, lo que hace extremadamente dificultosa su recuperación.
Los autores del viaje razonaban las causas de que los cazadores contestaran con tanta frecuencia lo siguiente: “¿Pachones? Aquí los hubo, pero ya no queda ninguno”. Y éstas pueden resumirse en cuatro puntos fundamentales. La disminución de la caza menor en la cuna de la raza, favorecida por la escasa desforestación y la repoblación arbórea de la región. La intensificación de la caza con sabueso ocasionada por una mayor riqueza de caza mayor, especialmente jabalí, al incrementarse la zona boscosa. La invasión de razas foráneas, especialmente perros ingleses, que cruzados con la raza autóctona, han aligerado y bastardeado el tipo original. Y, finalmente, la desidia y el abandono secular hacia nuestras razas caninas.
El abandono de ayer
En la clasificación de las razas caninas españolas adoptada por la Sociedad Canina Central en 1912, tras su fundación, se recogen siete razas de perros de muestra: pachón de Navarra, pachón de Vitoria, perdiguero, perdiguero de Burgos, perdiguero de Mallorca, gorgas de Alicante y barbas. Teniendo constancia de su existencia, no se efectuó ni una sola inscripción de pachones de Navarra en los libros genealógicos. Y esta raza disfrutaba de buena salud, aunque no se inscribiesen los perros, hasta la década de 1960. Los pachones son una de nuestras agrupaciones autóctonas más acreditadas desde la Edad Media hasta nuestros días; se trata del primigenio tronco ibérico de perros de muestra nacidos en aquel célebre reino de Navarra que englobó las actuales provincias de Álava, Guipúzcoa, Vizcaya y Navarra.
Y la verdad es que en aquellos años en los que se fundó la Sociedad Canina, el pachón navarro gozaba de una situación privilegiada si lo comparamos con los otros perros de muestra autóctonos. En 1903 Carlos Crestar se lamenta del estado de abandono del perdiguero burgalés y afirma que “más afortunado el pachón navarro, conservase entre los pueblos comprendidos entre Pamplona y la frontera francesa, y las magníficas parejas preñadas en la exposición que se celebró en 1899 hacen esperar que muy pronto esté la raza purificada por completo”. Una esperanza que no cuajó, como sabemos, y que permitió, medio siglo más tarde, que Gibert Buch en 1969 escribiera: “los mejores pachones navarros están en las perreras de los criadores alemanes deperros de muestra”.
La nariz partida
La doble nariz no es la característica más genuina del pachón navarro, aunque tenga algo de icono para la raza. El surco cráneo medio llega hasta la cara, y en ocasiones se ve reflejado en una hendidura nasal, provocando en la trufa, muy amplia, la partición conocida como doble nariz o nariz partida. La nariz partida no supone mejor olfato ni es garantía de pureza racial, por lo que no debe concedérsele un valor del que carece. Por desgracia, esta característica ha sido utilizada como garantía de calidad por gentes sin escrúpulos. La doble nariz se ha dado en numerosas poblaciones de bracos, pero la selección ha ido dirigida a su eliminación. En España es un hecho que el cazador tradicionalmente escogía en las camadas los perros que tenían doble nariz, suponiendo que eran mejores cazadores, un tópico mantenido durante años. Lo importante en una raza es la tipología, que en el pachón es mucho más completa que la existencia o no de nariz partida.
La importancia de conservar
Mantener la diversidad zoogenética no es un capricho de los grupos ecologistas, ni la bandera de trasnochados nacionalismos, sino una garantía de que en el futuro la diversidad evitará la desaparición de las especies. En la actualidad unas pocas razas de muestra se han universalizado en detrimento de las restantes, hasta el punto de que media docena de razas suman cientos de miles de ejemplares, en tanto que los supervivientes de las locales se cuentan con los dedos de la mano. Una de las mayores amenazas es que la cinofilia moderna se basa en unas pocas razas que han sido seleccionadas de forma intensiva, apareciendo gran cantidad de taras genéticas que vienen denunciado los colegios de veterinarios y otras agrupaciones interesadas en el bienestar animal. Un hecho que pone en peligro la pervivencia de las razas locales.
Las razas de perros autóctonos poseen rasgos muy valiosos, como capacidad de adaptación al ecosistema, resistencia, rusticidad, etc. Se mantienen con una alimentación muy moderada, ocasionando gastos mínimos, y son capaces de reproducirse a pesar de estas condiciones adversas. Sin embargo, la teoría y las buenas intenciones se cargan de matices al llegar a la práctica. El mercado manda y los criadores de perros, siempre persiguiendo intereses comerciales, desisten de recuperar unas razas que no se adaptan a las variaciones de la demanda del mercado, marcada por la moda. Así, conservación y desarrollo parecen enfrentarse, sin tener en cuenta que muchas de estas razas autóctonas no han tenido la oportunidad de demostrar su verdadera valía. Por eso, trabajos de recuperación, selección y conservación, como el efectuado en el pachón navarro por Carlos Contera y su familia, son encomiables. Quince años de investigación y varias generaciones de cría controlada antes de comercializar el producto exigen pasión y sacrificio, pero indudablemente dan magníficos resultados.
Un trabajo meritorio
España no es país donde se reconozca fácilmente el trabajo ajeno, pero al hablar del pachón navarro, no puedo negar mi respeto por el trabajo llevado a cabo por la familia Contera con la raza, a cuya dedicación debe la raza su pervivencia. Detrás de nuestras razas autóctonas hay nombres y apellidos. ¿Qué sería del sabueso español sin Antonio Miján Lopez? Si Carlos Contera puso los mimbres de esta recuperación, tanto en el aspecto técnico de la cría (con una metodología moderna consecuencia de sus conocimientos como veterinario), como en el estudio histórico de la raza (que permitió conocer cómo fueron en el pasado los pachones y que debía ser tenido en cuenta en esa recuperación, fruto de su labor de investigador de las razas caninas españolas), nada de esto habría cristalizado sin el trabajo de Manuel Contera. Manuel Contera fue un cazador de a pie, hombre al que le interesaba el perro útil, ése que da caza, el que permite mostrar orgulloso la percha de la jornada, y un entusiasta del pachón navarro, raza en la que encontró lo que su corazón de cazador anhelaba: eficacia cinegética. Desde la década de 1980 hasta su fallecimiento, crió con mimo, con el esmero del que sabe que tiene un tesoro en sus manos, pachones navarros. La raza le debe mucho.
Un cazador inveterado
El pachón navarro es el espejo más evidente de la pasión del cazador español por la caza menor, capaz de retar de tú a tú a la brava perdiz roja, de detectarla, bloquearla y sacarla al vuelo, así como de entretenernos en la gozosa caza del conejo. Se ha de desterrar el tópico del perro de caza poco ágil, pues los pachones son verdaderamente poderosos en la búsqueda, perros para hacer una buena percha, rindiendo magníficamente tanto en las viñas como en los olivares. Es el pachón navarro una interesante opción para aquellos cazadores con inquietudes por encima de la moda, que apuesten por este perro que no yerra la emanación de la perdiz, que no atropella la pieza y que permite tirar a la distancia adecuada. Baja la nariz y busca en cada rincón, en cada matojo, en cada zarza, en la linde del camino, allá donde pueda localizar caza. Una de sus grandes virtudes es su estilo de caza, al trote sostenido, con secuencias galopadoras que se adaptan perfectamente a la caza de la perdiz.
La razón de ser del pachón navarro ha sido muy bien expuesta por Carlos Contera en esta misma revista hace casi veinte años: “Muchas razas hoy son criadas por profesionales o semiprofesionales de los concursos. Ha nacido el cazador competitivo con caza sembrada. Cuando esos perros de competición llegan a manos del cazador tradicional, le defraudan. Son animales criados en un sistema que ha convertido un instrumento de selección (los concursos, pruebas de campo, test) en el objetivo de selección. Hemos proclamado que el sistema es erróneo. Lo repetiré mientras en España queden cazadores de los tradicionales sobre caza salvaje. Nosotros seleccionamos un perro para cazadores, un todo terreno, duro y rústico, un perro para todo tipo de piezas, que para muy bien y consigue cobros de relato. Un perro ante todo útil, práctico. Un perro de afición inextinguible. Un perro para cazadores. Un auténtico pachón navarro”.
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